Rubén Ordóñez, en su libro “Cambio, creatividad e innovación”: provee  una definición muy simple y concreta de lo que es creatividad:

“Capacidad de pensar soluciones nuevas a un problema existente o de descubrir problemas diferentes”.

Ser creativo, no implica ser un genio, sino “usar el ingenio”. Se trata de tener conciencia de que hay muchas formas que están totalmente a nuestro alcance para desarrollar esa capacidad.

Cada vez más,   las exigencias de este mundo globalizado 2.0 demandan el uso de  nuestra capacidad creativa. En el  estudio mundial realizado por IBM  de CEO 2010, consistente en entrevistas personales a CEO, presidentes y líderes gubernamentales de todo el mundo,  se la refleja como la primera cualidad más importante de liderazgo,  seguida por la integridad y el pensamiento global.

Entonces, así como nos  ejercitamos en el gimnasio, deberemos entrenar nuestra fuente de ideas, para mantenerla sana y llena de energía. Dejemos “caer” -como se dice comúnmente- nuestras ideas, retengámosla en agendas, blackberry,  laptop, o papelitos adhesivos. Atesorémoslas en lo que yo denomino el “armario de las ideas”, clasificadas por tema,  para tenerlas a mano cuando las necesitemos.

Así planteadas nuestras ideas, a  partir de ahora,   en lugar de estresarnos pensando  en todos los problemas que tendremos que sortear durante el día, dirigiremos  nuestro pensamiento a disfrutar de los productos de nuestra  creatividad.

¡Hasta la próxima idea!