Para un mundo como el actual en constante movimiento se necesitan nuevos conocimientos, que, a su vez, implican crear un nuevo mundo. Un nuevo mundo es un nuevo paradigma que surge.
Tal cual sostuvo Humberto Maturana en 1975: “todas las distinciones que manejamos, conceptual o concretamente, son hechas por nosotros como observadores: todo lo dicho es dicho por un observador a otro observador”
También resulta oportuno mencionar también al filósofo Nelson Goodman, quien utilizó la metáfora de construcción de mundos para indicar que se trata un proceso activo y dinámico. Cada nueva versión del mundo utiliza elementos de la antigua versión y los enriquece. Desde esta óptica, es posible visualizar que el futuro del trabajo necesita que construyamos nuevos mundos, donde la tecnología se encuentre al servicio del hombre.
Gráfico: metáfora de Goodman sobre conocimiento como proceso creativo
Comprendiendo entonces que somos partícipes de la creación de la realidad, es necesario plantearnos qué entendemos por trabajo, qué espacios y oportunidades se configuran desde esa mirada, y cuáles son las ideas fundamentales que sería necesario ajustar.
Podríamos diseñar al menos dos escenarios. El primero propone creer que el trabajo implica horarios, espacios y competencias fijas. El segundo implica la posibilidad de flexibilizar horarios, contextos e interacciones.
Es necesario, -y nuevamente en base a la visión de Goodman- que creemos nuevos mundos, no uno solo, sino varios, tomando consciencia que el mundo es un concepto por demás complejo, inabarcable para cualquier ser humano y que cada clasificación siempre es una nueva perspectiva parcial del mismo.
Las competencias que requieren los nuevos contextos tendrán base en un pensamiento flexible, por ende, creativo.
La primera pregunta que surge entonces es: ¿Cómo podremos prepararnos para lo desconocido? La respuesta posibilitadora es que necesitamos confiar en nuestras capacidades y descubrir las ventajas que nos provee el mundo digital.
En este contexto es fundamental incorporar la idea de un aprendizaje continuo a lo largo de la vida. En este sentido la universidad cobra vital importancia, no solo para validar las distintas profesiones, sino como espacio al cual los profesionales puedan recurrir en diferentes momentos de la vida. La universidad debería, entonces, perfilarse como el elemento clave del sistema de innovación, así como también como proveedor del capital humano capaz de crear nuevas empresas, tecnologías y nuevas formas de hacer negocios.
Resulta interesante analizar el siguiente video al respecto:
En el siguiente gráfico podemos distinguir algunos conceptos centrales expresadas en el video, acerca de en qué es necesario enfocarse al momento de la capacitación del capital humano.
Los cambios son sin duda exponenciales y la transformación digital, puede considerarse como:
Muchas personas suelen resaltar que las máquinas trabajan mejor, son más económicas, no se cansan y están disponibles a cualquier hora. El desafío es lograr establecer mecanismos para que esas ventajas generen beneficios para todos y permita una sociedad más equitativa.