La lectura del último libro de Adrián Paenza:” ¿Cómo, esto también es matemática?, en el cual el maestro plantea historias en donde el razonamiento matemático nos puede ayudar a descubrir enigmas y solucionar problemas, me trajo a la memoria los fatídicos “deberes” que nuestras maestras nos daban para resolver en las épocas de primaria sin computadora ni Internet.
Más allá de cumplir con la tarea para el hogar encomendada por la docente, a esa edad no me quedaba bien en claro para qué estábamos usando nuestro razonamiento asociado al cálculo en relación al aporte que hacía a nuestras vidas. El cometido era resolver el problema y salir airoso con la tarea, dando con la respuesta correcta y con la mejor nota posible.
En nuestra realidad laboral cotidiana solemos toparnos con problemas de complejidad diversa en donde la resolución más apropiada significa cumplir con objetivos, generar resultados, contribuyendo en alguna medida al éxito de la organización para la cual trabajamos.
Los problemas de los adultos y su resolución adquieren entonces un sentido de urgencia e importancia vital y la mayor creatividad posible.
Estoy de acuerdo a Paenza, cuando dice que, si bien no todos tenemos las mismas habilidades para los mismos temas, y que tampoco existe una solución mágica para nuestros dilemas diarios, debemos profundizar en el esfuerzo diario para encontrar la inspiración y crear más momentos de creatividad
Veamos entonces un caso basado en un fenómeno que nos resulte familiar: En una de las historias del libro llamada: “El tránsito y la matemática”, un cuadro de doble entrada nos permite analizar el comportamiento que tenemos frente a los congestionamientos de tránsito.
El problema debe ser enfocado, tanto desde el rol del conductor (aquél que se enfrenta al problema), como el del planificador (aquél que debe pensar en soluciones a los congestionamientos de tránsito).
Desde el punto de vista del conductor, el hecho de llegar en el menor tiempo posible, con el menor riesgo posible, al menor costo posible y sin stress de por medio significaría ser “exitoso”.
En tal sentido, el fenómeno del tránsito no depende de nuestra decisión individual, sino también la que asuman el resto de los conductores, en una optimización conjunta, bajo un principio fundamental de “cooperación”. La rama de la matemática llamada “Teoría de Juegos”, sirve para entender este tipo de problemas.
Debajo podrán ver el cuadro del libro de Paenza con el que analiza el tema del tránsito. Dos ejes en los cuales basar nuestra propia decisión y la decisión de la mayoría a la hora de balancear nuestro criterio y definir nuestro comportamiento frente al tema.
Según este esquema, la matemática ayuda a predecir cómo se va a comportar el tránsito, anticipando que va a pasar antes que suceda.
El grado de cumplimiento tiene que ver con las reglas desarrolladas y que pueden variar de acuerdo la cultura, y de acuerdo al grado de acatamiento en general en el que el promedio de conductores llega a su destino antes, más rápido, con menos stress y con menor riesgo de accidentes.
En general, la gente opta por dejar de cumplir la mayoría de las reglas.
En general, cuando se rompe una cultura de colaboración pasa a ser de no colaboración y es difícil restituirla, dado que los que cumplen se ven perjudicados por cumplir y no tienen incentivos para seguir cumpliendo y por miedo de que se aprovechen de ellos.
Yo creo que sí. ¿Uds. qué piensan?
En breve, volveremos sobre el tema, poniendo foco en los comportamientos humanos. Mientras tanto los invito a reflexionar sobre las situaciones reales que les toquen vivir, en las que se les puedan plantear “congestionamientos” de tránsito en los circuitos de información, tareas, roles y procesos de trabajo….
¡A hacer los deberes!