Muchas veces hemos escuchado esta frase: “El que sabe, sabe y el que no, es jefe”.
Esta expresión hace referencia en forma irónica a la existencia de una distancia entre el conocimiento técnico del jefe respecto al de los miembros de su equipo.
Cuando un contribuidor individual deja de serlo para asumir las responsabilidades de líder de un equipo de trabajo inicia una transición en la que deja de responder sobre sus propios resultados, sino sobre los de su departamento.
Ahora bien, esta transición sucede en un mundo turbulento y cambiante que complica el desempeño en su nuevo rol, y que implica la revisión de sus competencias individuales de gestión en relación con las requeridas para afrontar los desafíos de ese mundo.
El jefe deberá, en primer lugar, ser consciente de lo que posee en su caja de herramientas para favorecer o incrementar el desarrollo de esas nuevas habilidades de gestión. En segundo lugar, no deberá ser ajeno a temas como gestión del cambio, agilidad, creatividad, innovación, neurociencias para la toma de decisiones, y todas aquellas propuestas que el management provea como respuesta al mundo VICA y la supervivencia de las organizaciones.
En resumen, un buen jefe de este siglo debe poder autoanalizar sus posibilidades de desarrollo y seguir entrenándose día a día en temas de gestión, de manera de empoderarse a sí mismo y desarrollar a otros.
Y así será un jefe que sabe…su misión.